Simmers, para celebrar el próximo lanzamiento de Los Sims™ 4 ¡Rumbo a la Fama!, nos gustaría presentaros a Venessa. Es una Sim recién llegada a Del Sol Valley que tiene grandes planes de futuro. Su historia consta de dos partes. Aquí tenéis la primera, por si os la habéis perdido.

Os presentamos a Venessa: segunda parte

Fama de verdad

Los pájaros cantaban. El sol brillaba. Una suave música sonaba de fondo. Venessa se despertó y se frotó los ojos casi olvidando dónde estaba. Se había quedado dormida en el sofá. Otra vez. Estudiándose su papel. Era la segunda semana de rodaje de su próximo gran proyecto cinematográfico y su reputación dependía de él. Su última película, Línea de Meta, un taquillazo de verano sobre la primera piloto de carreras profesional, había sido un gran éxito. Y la anterior a esa también. Su agencia creía que no podía hacer nada mal, pero a veces ella seguía sintiéndose como la chica que se había bajado del autobús en Mirage Park.

Dirigió la mirada hacia arriba, a su lista, que ahora colgaba de la pared enmarcada y tras un cristal. Las palabras “PELÍCULA IMPORTANTE” estaban tachadas. Venessa aún recordaba la llamada de su agencia para decirle que había conseguido el papel.

Entró en la cocina, encendió la cafetera y se dirigió a la licuadora para preparar su brebaje favorito.
¡Flash!

¿Qué ha sido eso? Se giró rápidamente y vio movimiento en los arbustos de su jardín.

“¡¿Quién anda ahí?!”, gritó.

Pero sabía de sobra quién era. ¿Por qué no podían dejarla en paz?

“¡Si no te largas ahora mismo”, vociferó por la ventana, “voy a llamar a la policía!”.

Un hombre con una cámara salió disparado de su jardín a la calle y siguió su camino sin mirar atrás.

“Genial”, suspiró Venessa. “Otra vez directa a la primera plana de las revistas sensacionalistas. Me pregunto si esta vez me habrán abducido unos alienígenas”.

Subió las escaleras a pisotones para darse una ducha y prepararse para ir a trabajar.
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“¡Buenos días, señorita Jeong! ¿Puedo ofrecerle algo? ¿Agua? ¿Café? ¿Zumo de naranja? ¿Zumo de manzana? ¿Zumo de granada?”.

El ayudante de plató siempre estaba dispuesto a complacer.

“No, gracias, Kevin. Me voy ya al escenario”.

“Oh, espléndido, señorita Jeong. Eso es fabuloso. De verdad. ¡Que tenga un buen día!”

“Ah, gracias”, respondió Venessa. Hacía seis meses, casi nadie le prestaba atención en plató. Y ahora es la señorita Jeong para cualquiera en un radio de 15 metros.

Después de pasar por peluquería, maquillaje y vestuario, lo cual siempre le encantaba, Venessa estaba lista para sus escenas. Ataviada con unas botas piratas de cuero y montones de joyas de oro, se dirigió caminando a la zona de rodaje.

“¡Estás estupenda, Venessa! ¿He dicho estupenda? ¡Quería decir fantástica!”.

Sofia, la directora, era más dada a alabarla que a criticarla.

“Gracias, Sofia. Oye, estaba pensando que en esta escena, mi personaje siente seguridad ante el combate con su némesis, pero a la vez, añora su hogar”.

“Oh, sí, Venessa. Yo no podría haberlo dicho mejor”.

“Vale… ¿Tienes alguna indicación al respecto?”, preguntó.

“Ya te lo diré, pero eso suena genial. Excelentes decisiones creativas. ¡Muy bien, silencio en el plató!”.

Al final de la jornada, Venessa no dejaba de darle vueltas en su cabeza. No sabía muy bien a quién creer. ¿De verdad había sido tan buena su actuación? Nunca había interpretado a una pirata antes.

“Estoy viviendo mi sueño. Estoy viviendo mi sueño. Estoy viviendo mi sueño”, se decía Venessa para ella.

Mientras se marchaba vio a Kevin dirigirse hacia ella otra vez.

“¡Buenas tardes, señorita Jeong! Hoy ha hecho un buen trabajo. ¿Puedo ofrecerle alg…?”

“¡No! Quiero decir, no, gracias. Solo quiero irme a casa”, respondió Venessa.

“Por supuesto, señorita Jeong”.

El teléfono de Venessa empezó a sonar. Ella suspiró y contestó.

“¿Diga?”.

“¡V! ¡Soy yo!”. Menos mal. Tasha.

“¡Hola!”, exclamó Venessa, aliviada de hablar con alguien real.

“Sigue en pie lo de esta noche, ¿verdad?”, preguntó Tasha.

“Sí, no me lo perdería por nada. ¡Allá vamos, estudio PBP!”.
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¡Flash! ¡Flash! ¡Flash!

“¡Venessa!”. “¡Aquí!”. “¡Venessa!”.

Los <i>paparazzi</i> estaban a tope esta noche. Nada iba a impedirles fotografiar a Venessa, por no hablar de las otras celebridades que ya estaban en el club.

Tasha y Venessa, vestidas con sus atuendos más elegantes, cruzaron el cordón de terciopelo. El portero las miró asintiendo con la cabeza.

Dentro, el DJ ya tenía la fiesta en marcha. Todos estaban en la pista de baile. Hacía semanas que Tasha y Venessa no quedaban. Venessa se preguntó si esta sería la primera vez que había sonreído en toda la semana.

“¡Bueno! ¡¿Cómo va el rodaje?!”, gritó Tasha. El volumen de la música parecía subir con cada canción.

“¡Va bien! ¡Me da la sensación de que la directora me hace la pelota, por algún motivo! ¡Ojalá alguien me hiciera observaciones sinceras!”.

“¡¿Qué?!”, gritó Tasha poniéndose la mano detrás de la oreja e inclinándose hacia Venessa.

“¡Ojalá alguien me hiciera observaciones sinceras!”.

“¡Sí!”, respondió Tasha. “¡Esa mochila es supercañera!”.

Venessa sonrió.

Cuando empezó la siguiente canción, la multitud enloqueció, pero Venessa y Tasha se quedaron mirándose. ¿Estás pensando lo mismo que yo?, se dijeron la una a la otra con la mirada.

“Esto sí que es una fiesta”, declaró Tasha.

De vuelta en casa de Venessa, se hicieron un fuerte con sábanas en el suelo y se pusieron su serie favorita en la tele.

El teléfono de Venessa empezó a sonar. Ella lo miró, vio que era Sofia, la directora, y lo volvió a guardar. Su casa y su amiga Tasha eran las únicas cosas reales en su vida ahora mismo. Todo lo demás podía esperar. Incluida la fama.