Segunda parte: Vacaciones invernales
El Día del Invierno por la mañana
Nicolas Climate contempla desde el porche de entrada de su casa el extenso manto de nieve que cubre su jardín. Su hermana mayor, Summer, está arriba hablando por teléfono. Su mamá, Janine, tomándose una merecida siesta tras haberlo prepararlo todo para el Día del Invierno. Y su papá, Arthur, totalmente distraído poniendo adornos en el árbol festivo.
Nadie le presta atención. Es el momento de llevar a cabo su jugada.
Nicolas sale disparado del porche, lo que en su caso significa que baja las escaleras tambaleándose con sus torpes andares de infante. Una vez en la nieve, escucha el familiar sonido de esta al pisarla con su bota, deja salir el cálido aliento de su boquita de infante y echa a correr hacia el cobertizo. Está convencido de que los regalos están escondidos allí.
5 metros para llegar. La puerta del cobertizo, que se alza inmenso en la distancia, se hace cada vez más grande.
3 metros para llegar. Las piernecitas le tiemblan a medida que avanza hacia su recompensa. Está muy cerca.
2 metros para llegar. Ya puede imaginarse el chirriante sonido de la puerta de madera cuando la abra y el gigantesco montón de regalos que le espera tras ella. No va a haber papel de regalo que se salve. Piensa romperlo todo.
Solo unos pasitos más. . .
“¿Qué crees que estás haciendo, amiguito?”, le pregunta Arthur mientras lo coge en brazos. “En ese cobertizo no hay nada para ti, chiquitín.”
¡Porras! ¡Pillado por la autoridad! ¡El pez gordo! El mandamás. Papá.
Nicolas se ríe mientras su papá juguetea con él dándole vueltas por el aire. Más que al deseo de encontrar los regalos es a la emoción del peligro a lo que no puede resistirse. Después de todo, nunca le dejan entrar en el cobertizo. Sabe que dentro hay secretos.
El papá de Nicolas lo deja en el suelo para que puedan jugar en la nieve. Ambos lanzan al aire montoncitos de la blandita sustancia blanca entre risas y casi sin respiración de tanta diversión. Están disfrutando tanto del momento que ni se dan cuenta de que del cielo han empezado a caer suavemente más copos de nieve. Ni de la gélida temperatura y el intenso frío invernal.
Y mucho menos de la enorme bola de nieve que vuela por el aire rumbo a la cara de papá.
¡Plaf! Summer sabe de sobra que no debe tirarle una bola de nieve perfectamente redonda al bebé de la familia. Además, ver a papá recibir un bolazo no tiene precio. Nicolas no puede creer lo que ven sus ojos.
Arthur sacude la cabeza para quitarse la nieve de la cara y acto seguido se agacha a coger nieve para devolverle el bolazo a Summer, que se ríe junto a la esquina de la casa.
“Te crees muy graciosa, ¿verdad?”, le dice Arthur. “¡Yo inventé las bolas de nieve!”
“¡Lo que vais a inventar es la gripe si no entráis en casa ahora mismo!”
Janine, que se ha despertado de su siesta, está en el porche preocupada por si su pequeñín habrá estado fuera demasiado tiempo.
“¡MamáááááÁÁÁÁáááááááá!”, gruñen los tres “niños” de la casa. La quejumbrosa sinfonía es música para los oídos de Janine.
“Bueno, si no queréis regalos, allá vosotros.”
Se da la vuelta y entra en casa. Detrás de ella se escuchan las furiosas pisadas de los otros Sims, que la siguen adentro.
El Día del Invierno por la tarde
“Qué bonita está la ciudad cubierta de nieve”, dice Janine mientras espera fuera del apartamento de sus amigos en San Myshuno.
“Nunca me canso de la Fiebre invernal. ¡Es mi fiesta favorita!”, añade Arthur.
Los Climates caminan hacia la maravilla invernal de San Myshuno. Y se la encuentran repleta de luces festivas, muñecos de nieve, chocolate caliente y familias abrigadas con botas y bufandas.
Los dos niños salen corriendo hacia el árbol festivo, adornado con una pila de regalos.
“Eso es después de comer”, explica Arthur, que suena tan decepcionado como los niños.
Todos disfrutan de un gran banquete fabuloso que incluye un buen jamón como el que tomaron el Día de la Cosecha. Es el primer gran banquete de Nicolas, que disfruta de cada sonrisa y mirada entusiasmada que se ha dedicado a cada detalle de la festividad.
“Muy bien, ahora que ya hemos acabado de cenar. . .”, empieza Janine.
Justo entonces, Papá Invierno, vestido con un gracioso atuendo de gala, le da al pequeño Nicolas un regalo. Todos se ríen, van corriendo al árbol y abren los regalos con entusiasmo.
¡Clin! ¡Clin!
Janine carraspea y capta la atención de todos. “Este ha sido un gran año para nosotros con el nacimiento del pequeño Nicolas.” Los Smith sonríen y susurran con afecto.
“Summer, has sabido estar a la altura de la situación y has sido un gran apoyo para nosotros. Para agradecértelo, Arthur y yo queremos llevarte de vacaciones a algún sitio divertido, dado que detestas el frío. Y también hemos pensado que sería divertido, por no decir todo un reto, que Nicolas viese por primera vez algo de mundo. Así que. . .”
Incapaz de contenerse más, Arthur la interrumpe y revela la sorpresa gritando, “¡Nos vamos de viaje a Selvadorada!”
Summer aplaude y suelta un gritito mientras Nicolas la observa, desconcertado por su entusiasmo.
Unos días más tarde, en Selvadorada
“Y hay templos y bailes y comida picante y al parecer hay una maldición y la selva está llena de misterios y…”
“¡Respira, papá!”, interrumpe Summer. “Mantén la compostura por una vez.”
“¡Pero es que mira este lugar, cariño!”, dice Arthur, que se ha asegurado de comprarse un ridículo sombrero que hace que tanto los locales como Summer, Janine e incluso Nicolas pongan los ojos en blanco con incredulidad.
Una cosa es cierta: en Selvadorada hace muchísimo calor hasta en los meses de invierno.
Y hay tanto que hacer, que Janine y Arthur saben que van a tener que separarse para abarcar lo más posible.
“Yo me llevo a Nicolas al mercado”, se ofrece Arthur.
“Tened cuidado”, le advierte Janine.
“¡Descuida!”, le grita Arthur por encima del hombro. “Seguro que solo compramos un machete y nos encontramos con unas serpientes.” Pero antes de que su mujer pueda responder a su bobada, ya está lejos para oírla.
“¿Vamos a nadar?”, pregunta Janine.
A Summer se le ilumina la cara ante la idea de hacer por fin algo divertido. “Creía que no lo dirías nunca.”
Las dos se ponen unas botas y siguen el sendero, parándose a recoger objetos de algunos yacimientos de fácil acceso, haciéndose autofotos delante de las ruinas y disfrutando de las vistas desde un peligroso y precario puente de cuerda.
“Está claro que aquí no han oído hablar de la ley sobre responsabilidad civil”, dice Janine mientras sale del balanceante puente colgante.
Después de un rato por fin llegan a la majestuosa y ancestral piscina, vestigio de una civilización extinguida. Ambas se lanzan con entusiasmo al agua, deseosas de refrescarse del calor abrasador de la selva. Justo cuando todo parece perfecto, empieza a caer una lluvia torrencial.
“¡Agh!”, grita Janine. “¡Tenemos que tener una maldición para que vengamos aquí a disfrutar de un invierno caluroso y se nos ponga a llover!”
Summer sigue nadando tranquilamente por la piscina con una enorme sonrisa. “No sé, mamá. Si esto es una maldición, bienvenida sea.”
Esta entrega de la historia de los Climate os la trae Los Sims 4 Y Las Cuatro Estaciones Pack de Expansión*, que estará disponible el 22 de junio de 2018 para PC y Mac. Esta historia también incluye contenido de Los Sims 4, Los Sims 4 Urbanitas*, Los Sims™ 4 Papás y Mamás* y Los Sims 4 Aventura en la Selva*, todos ellos ya disponibles en Origin para PC y Mac.